te miro.
No veo.
Si el resplandor de tu pelo
luz amanecida
de tu alma
atravesara los barrotes
de esta jaula
presa y
enamorada
¿qué no te concedería
yo?
Libertad de amarte tanto
quisiera
en nuestra blanca
impudicia de balas
sin barreras
sed
de mi avaricia de ti.
Amar tanto como arrancarse las alas.
Beberte sedienta como sequía
sin
restricciones.
Eres el riego
hermoso hombre
que
me alimenta
las venas...
Elena de Troya.
COSTA RICA
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